Amantes

Vivencias.

martes, 17 de mayo de 2011

¿Sigues enfadada?

Te enfureciste de tal manera que me costó reaccionar, perdí el control pero nunca la sonrisa. Te enfadaste, y mucho, por el simple hecho de ignorarte, de no mirarte a la cara durante toda una tarde, por olvidarme de ti y de tu sonrisa cachonda. No pude evitar echarme a reir cuando te vi gritar, me sentí mal por hacerte sufrir, pero me animé al ver que me echabas de menos. Me senté a tu lado para oir tu respiración, para intentar entablar conversación. Te forcé a que me mirases, dejé los regalos encima de la mesa me ignoraste y me alejé. Me mirabas y sonreías e incluso te atrevías a preguntarme si estaba molesta. Peró no fuiste tan valiente de dejar mi ilusión encima de la mesa y nos fuimos de aquel lugar que apestaba a malos momentos. Por el camino te dedicaste a cantarme canciones al oído, que ingenuo al pensar que no entendería su doble sentido. Nos ocultamos entre la sociedad, nos rodeamos de amigos y nos pusimos a charlar, te fue imposible dejar de hacerme de rabiar, no paraste hasta oirme gritar. Quizás me separasen doscientos pasos de mi casa o puede ser que tan solo cien pero no pude evitar rogarte, con  carita de niña buena y una sonrisa pícara, que me acompañases hasta la puerta de casa. Al principio me  desconcertaste, pero fue llegar a la puerta de mi casa y empezar la aventura de cada noche. Abriste los regalos y te impacientaste por no saber el significado de aquellas frases que estaban en alemán. Nos apoyamos en un coche a pasar la noche, recuerdo como desviaba la conversación  a los temas que mas me gustaban. Sin comerlo ni beberlo nos vimos recordando el verano pasado, nuestras primeras noches juntos, los primeros paseos, nuestras primeras peleas, tu primer gracias y tu primer te quiero... Vi todo lo nuestro en un par de segundos, me di cuenta de la evolución de mi en ti, había conseguido lo que siempre quise, y ahora podía lucirlo con disimulo. Nos dejamos llevar, nos guiamos por la sonrisa de la luna, contemplamos atónitos el cielo y te diste cuenta de que no había luna llena, de que no me podía transformar en loba. Me asusté en el momento que me percaté de que había recorrido tu nuez con mi lengua, de que estaba abrazada a ti recibiendo besitos en la nariz. Estabamos tan pegados que me vi capaz de respirar tu aire. Me apartabas el pelo de la cara y me repetias lo guapa que estaba, nunca me imaginé nada igual, no me esperaba que pudiese salir algo así por la boca de un donjuan. A medida que las distancias se acortaban nos perdiamos mas y mas con nuestras miradas, me acariciaste los labios y me fundí en tus brazos.


"Me conformaré con soñar contigo y poder
desayunar mañana un colacao con galletas"

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. "Me asusté en el momento que me percaté de que había recorrido tu nuez con mi lengua"

    Benditos sustos.

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